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viernes, 6 de noviembre de 2009

Ser madre a los treinta y tantos.

Ser madre a los treinta y tantos.

El once por ciento de las parejas tienen su primer hijo cuando la mujer ya ha cumplido los 35 años. La maternidad es fruto de una decisión más meditada, pero retrasada por diversos factores sociales. El principal es la incorporación de la mujer al mercado laboral. Ha supuesto que la mujer prolongue su educación académica y se retrase la estabilidad laboral que ansía para desarrollar su profesión y afrontar los gastos que traen consigo los hijos.

Por otro lado, su incorporación al trabajo no ha sido acompañada, en España, por cambios estructurales profundos que ayuden a la familia a compaginar paternidad y profesión, como despliegue de guarderías y facilidades laborales, aun que actualmente, aunque tímidamente, los gobiernos empiezan a apostar por ello.

En España las ayudas son sólo económicas y del todo insuficientes, especialmente si las comparamos con las de otros países de la UE. Las familias danesas reciben unos 115 euros mensuales por hijo, las finlandesas entre 90 y 175. En Luxemburgo, una familia con tres hijos percibe al mes 450 euros, y en Francia 210 euros con el tercer hijo.

Además, existen razones culturales que justifican el retraso de la maternidad. El reparto de tareas domésticas no es equitativo, son las mujeres las que siguen llevando la mayor parte de las responsabilidades domésticas. La baja por maternidad paterna sigue siendo testimonial, sólo un 2 por ciento de los padres la solicita.

Riesgos.

A partir de los 35 es más difícil que una mujer se quede embarazada y es mayor el riesgo de aborto espontáneo (un 20 por ciento entre 35 y 40 años, hasta un 50 por ciento con más de 40 años). Los riesgos de una mujer embarazada sana de 35 años no difieren de los de una mujer entre 20 y 30 años, pero sí es más frecuente que en las maternidades tardías aparezcan problemas de hipertensión, procesos varicosos, diabetes y anemia ferropérica, todos controlables por el médico.

En cuanto al parto, con la edad el riesgo de cesárea aumenta. Los tejidos son menos flexibles, se alarga el período de dilatación, lo que produce una expulsión más lenta para el feto. Para reducir la posibilidad de daño fetal, se practica la cesárea.

En un embarazo tardío aumenta la incidencia en el bebé de defectos congénitos. Se recomienda un diagnóstico prenatal. La amniocentesis es la prueba más común que determina el 90 por ciento de los defectos congénitos.

Las normas que deben seguir las embarazadas de edad madura son similares a las generales para evitar riesgos. La única diferencia es que se deben seguir con rigor las indicaciones del ginecólogo, y pasar por controles médicos más exhaustivos.