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domingo, 1 de febrero de 2009

Deseo sexual femenino

FEB/09


DESEO SEXUAL FEMENINO

Las necesidades de las mujeres en el campo de la sexualidad se están dando a conocer, aunque de forma lenta, y empiezan a ser un campo legítimo de investigación, estudio y tratamiento. En la actualidad existen profesionales cualificados que pueden informar y ayudar a detectar y afrontar disfunciones sexuales. En este caso nos referimos a las disfunciones sexuales que, en términos generales, generan problemas de insatisfacción sexual a las mujeres, a saber, dificultades en el deseo, la excitación, el orgasmo y el dolor asociado al coito. En esta edición trataremos diferentes cuestiones relacionadas con la pérdida de deseo sexual en las mujeres.

Pérdida o disminución del deseo sexual.

El deseo sexual es una fuerza biológica que nos hace buscar al otro y actuar de forma sexual. Un 30% de mujeres no tienen ningún tipo de deseo sexual. Algunas mujeres pueden sentir la falta de deseo en ciertos momentos de su vida, por ejemplo durante el embarazo y el parto, la lactancia y la menopausia; o durante periodos de crisis, de cambios bruscos en sus vidas, o de enfermedad. Para otras esta situación puede volverse crónica y causarles un gran malestar.

Las señales son la falta de interés en iniciar o participar en actos sexuales, falta de receptividad a la actividad sexual y la ausencia de pensamientos sexuales o fantasías. No se pierde la necesidad de ser abrazada y sentirse querida, sino más bien, el interés por el coito se ve reducido o desaparece por completo. Esto puede causar problemas dentro de la relación ya que la pareja se puede sentir rechazada o abandonada.

Causas de la pérdida de deseo sexual:

El deseo no es algo estático y, por tanto, va cambiando con el tiempo. Existen muchos motivos por los cuales se puede perder el deseo sexual, puede deberse a un problema físico o psicológico, o una combinación de los dos. Algunas causas físicas que pueden dar como resultado la pérdida del apetito sexual son las intervenciones quirúrgicas, desarreglos hormonales y ciertas enfermedades como la diabetes, cardiopatías, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y la depresión.

Otros factores psicológicos y/o personales que pueden afectar al deseo sexual son: cambios en los métodos anticonceptivos, el cansancio, el estrés, cambios en el estado de ánimo, como la ansiedad, por obesidad, o por una mala imagen del propio cuerpo. Así como por dificultades en la relación con la pareja, por episodios sexuales traumáticos en el pasado, o por el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y drogas. La falta de tiempo y oportunidad para la intimidad también pueden provocar una pérdida del deseo sexual. También se puede deber a algo tan simple como el aburrimiento y el exceso conocimiento de la rutina sexual, o algo en la pareja que produce rechazo (el olor corporal, el no afeitarse o, incluso, tener las uñas sucias).

Cómo tratar la pérdida de deseo:

Toda mujer tiene una serie de circunstancias únicas que le pueden hacer perder el deseo sexual. De la misma forma el tratamiento también debe ser individual y pensado para cada mujer y sus necesidades. No existe ningún tratamiento que sea válido y efectivo para todas las mujeres, por tanto, un buen conocimiento de la naturaleza exacta del problema es fundamental para poder tratar a cada mujer. Si estás en una relación y tienes pareja puede ser una buena idea que la pareja acuda también a las sesiones de terapia. Siempre que sea posible el tratamiento debe incluir a la pareja. Esto hará que te sientas apoyada y te ayudará a comprender que no lo estás haciendo todo tú sola. Si no tienes pareja podrás igualmente seguir el tratamiento sola.

En principio se necesita una historia clínica detallada que incluya el aspecto médico sexual y social. Esto puede ser embarazoso en un primer momento ya que tendrás que comentar temas íntimos con un extraño, pero en cuanto la consulta avance te sentirás más relajada y empezarás a comprender la importancia de estas preguntas. Dependiendo de la persona que consultes y del tipo de problema puede que se te haga un reconocimiento (con tu consentimiento) y se te extraiga una muestra de sangre, un análisis de orina o te midan la tensión arterial, para revelar posibles enfermedades relacionadas con la disfunción sexual.

Los diferentes tratamientos pueden variar según el experto que consultes, pero, en casi todos los casos, habrá una terapia sexual. La terapia sexual ayuda a las personas a aprender sobre su cuerpo y sentirse a gusto con él y con las sensaciones que puede hacerles sentir. Se trata básicamente, de corregir las ideas o creencias básicas (incorrectas) sobre el sexo que muchas personas tienen. La terapia ayuda a cambiar sentimientos que se quieren cambiar y a aceptar aquellos otros que se quieren aceptar. La terapia sexual se lleva a cabo en un ambiente de apoyo en el cual la persona, o la pareja, puede hablar libremente sobre los asuntos de la relación sexual y emocional con un profesional que tiene una formación y conocimientos específicos y se siente cómodo tratando temas de la sexualidad humana.

Para empezar el terapeuta te hará muchas preguntas sobre tus problemas y como te afectan a ti y a tu relación. Puedes empezar con diferentes tipos de programas ya que todos ellos tienen como objetivo diseñar un marco para que puedas aprender más sobre cómo tu cuerpo responde sexualmente y sobre tus sentimientos. Te darán mucha información sobre porqué comienzan los problemas sexuales y las causas más comunes. Si tienes pareja quizás podréis iniciar un programa juntos. Este tipo de programa incluye una serie de caricias sensuales que se deben hacer en casa de forma tranquila y siguiendo el ritmo de cada uno. Están diseñados para ayudar a mejorar la comunicación tanto sexual como no sexual en la pareja. No se te pedirá hacer nada con lo que no te sientas cómoda. La terapia sexual ha demostrado su utilidad en todos los tipos de disfunción sexual femenina.